viernes, 29 de octubre de 2010

El niño y la realidad


Me siento inclinado a negar ese culto moderno al niño que juega. Debido a distintas influencias de una nueva cultura bastante romántica, el "niño" se ha convertido en el "niño mimado". La verdadera belleza se ha estropeado por la poca escrupulosa emoción de los adultos, que han perdido gran parte de su sentido de la realidad. La peor herejía de esta escuela es que al niño sólo le interesa la simulación. Esto se interpreta en el sentido, a la vez sentimental y escéptico, de que no hay demasiada diferencia entre simular y creer. Pero el auténtico niño no confunde realidad y ficción. Actúa porque aún no puede escribir esa ficción, ni siquiera leerla, pero jamás permite que su salud mental quede empañada por eso. Para él seguramente no hay nada más diferenciado que jugar a ladrones y robar caramelos. Por mucho que juegue a ladrones, no acabará creyendo que robar está bien. Yo veía la diferencia con total claridad cuando era un niño. ¡Ojalá pudiera verlo ahora la mitad de claro!

El infinito valor de lo sencillo


El n° 999 del extenso catálogo de los libros que no he escrito (todos ellos mucho más brillantes y convincentes que los que he escrito) es la historia de un hombre con éxito que parecía tener un oscuro secreto en su vida y que finalmente fue descubierto por los detectives jugando con muñecas, soldaditos de plomo, o algún penoso juego infantil. Puedo decir con toda modestia que yo soy ese hombre, en todo, excepto en la solidez de su reputación y en su brillante carrera comercial. En este último sentido quiza fuera aún más aplicable a mi padre que a mí. Yo, desde luego, no he dejado nunca de jugar y ¡ojalá tuvieramos más tiempo para jugar! Ojalá no tuvieramos que malgastar, en frivolidades como conferencias y literatura, el tiempo que podríamos haber dedicado al trabajo serio, sólido y constructivo como recortar figuras de cartón y pegar encima lentejuelas.

martes, 26 de octubre de 2010

Hacer cosas


No se hacer muchas cosas si lo comparo con las que se hacían en mi infancia, pero he aprendido a disfrutar viendo como se hacen las cosas; no la manivela que en último término las produce, sino la mano que las hace. Si mi padre hubiera sido un vulgar millonario propietario de mil fábricas de algodón o de un millón de máquinas que fabricaran cacao, cuánto más pequeño me habría parecido. Y esta experiencia me ha hecho profundamente escéptico sobre todo ese parloteo moderno del necesario aburrimiento doméstico y de la degradante monotonía de hacer sólo tortas y tartas. ¡Sólo hacer cosas! Es lo máximo que se puede decir del mismísimo Dios: Aquel que hace cosas

lunes, 25 de octubre de 2010

Motivo de su conversión



"Cuando la gente me pregunta a mí o a cualquier otro ¿Por qué te unistes a la Iglesia de Roma?, la primera respuesta esencial, aunque sea en parte incompleta es: "Para librarme de mis pecados". Porque no hay ningún otro sistema religioso que declare verdaderamente que libra a la gente de los pecados. (...) El sacramento de la penitencia da una vida nueva, y reconcialia al hombre con todo lo que vive: pero no como lo hacen los optimistas y los predicadores paganos de la felicidad. El don viene dado a un precio y condicionado a la confesión. He encontrado una religión que osa descender conmigo a las profundidades de mí mismo".

domingo, 24 de octubre de 2010

Chesterton y el día de su boda



Declaran contra mí, y es totalmente cierto, que de camino a la boda me detuve a beber un vaso de leche en una tienda y a comprar un revolver y balas en otra. Algunos lo han considerado como regalos de boda insólitos para que el novio se haga a sí mismo; y si la novia no me hubiera conocido tan bien, supongo que podría haberse imaginado que yo era un suicida, un asesino o lo que es peor aun, un abstemio militante. A mí, aquello me pareció lo más natural del mundo. Por supuesto que no compré la pistola para matarme a mí o a mí esposa; nunca fuí verdaderamente moderno.

Lo que dice Chesterton luego de hablar de su familia

Por lo que sé, este fue el panorama social en el que me encontré por primera vez, y esta, la gente entre la que nací. Lo siento si el panorama o la gente resultan decepcionantes de puro respetables y hasta razonables, y deficientes en todos esos aspectos que hacen que una biografía sea realmente popular. Lamento no tener un padre siniestro y brutal que ofrecer a la mirada pública como la verdadera causa de mis trágicas inclinaciones; ni una madre pálida y aficionada al veneno, cuyos instintos suicidas me hayan abocado a las trampas del temperamento artístico. Lamento que no hubiera nadie en mi familia más audaz que un tio lejano ligeramente indigente y siento de no poder cumplir con mi deber de hombre verdaderamente moderno y culpar a los demás de haberme hecho como soy. No tengo muy claro cómo soy, pero estoy seguro de que soy responsable en gran medida del resultado final.

sábado, 23 de octubre de 2010

Lo que dice Chesterton


sobre su abuelo materno: "Fue uno de los viejos predicadores laicos wesleyanos que se vió inmerso en una gran controversia pública, actitud heredada por su nieto. También fue uno de los líderes del primer movimiento contra el consumo de bebidas alcohólicas, postura que su nieto no ha heredado".