viernes, 29 de octubre de 2010

El infinito valor de lo sencillo


El n° 999 del extenso catálogo de los libros que no he escrito (todos ellos mucho más brillantes y convincentes que los que he escrito) es la historia de un hombre con éxito que parecía tener un oscuro secreto en su vida y que finalmente fue descubierto por los detectives jugando con muñecas, soldaditos de plomo, o algún penoso juego infantil. Puedo decir con toda modestia que yo soy ese hombre, en todo, excepto en la solidez de su reputación y en su brillante carrera comercial. En este último sentido quiza fuera aún más aplicable a mi padre que a mí. Yo, desde luego, no he dejado nunca de jugar y ¡ojalá tuvieramos más tiempo para jugar! Ojalá no tuvieramos que malgastar, en frivolidades como conferencias y literatura, el tiempo que podríamos haber dedicado al trabajo serio, sólido y constructivo como recortar figuras de cartón y pegar encima lentejuelas.

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