domingo, 24 de octubre de 2010

Chesterton y el día de su boda



Declaran contra mí, y es totalmente cierto, que de camino a la boda me detuve a beber un vaso de leche en una tienda y a comprar un revolver y balas en otra. Algunos lo han considerado como regalos de boda insólitos para que el novio se haga a sí mismo; y si la novia no me hubiera conocido tan bien, supongo que podría haberse imaginado que yo era un suicida, un asesino o lo que es peor aun, un abstemio militante. A mí, aquello me pareció lo más natural del mundo. Por supuesto que no compré la pistola para matarme a mí o a mí esposa; nunca fuí verdaderamente moderno.

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